miércoles, 18 de abril de 2012

Honda

I
Escribo para recordar,
recuerdo para no olvidar
aquella palma larga y doblada,
muy vieja para producir cocos ricos en carne blanca y leche tibia.
Por favor no la corten.
Que siga creciendo y creciendo,
que toque el cielo y lo conecte con esta tierra
tierra en la cual se recuerda para no olvidar,
se escribe para recordar.

II
No corten el árbol de mangos
donde el abuelo colgaba su hamaca
y tomaba la siesta.
El patio es el único lugar de la casa
donde es fresco, donde el aire no pesa nada.

No corten los árboles,
No corten la palma,
No corten el árbol de mangos,
¿De donde sacarán las frutas para el jugo?

III
El puente mal situado
de hierro ya oxidado
cuenta historias de hombres
quienes han entregado sus vidas
al infierno de agua fría, abajo.

Y subía una calle larga y empinada,
y luego volteaba a mano derecha.

y ahí estaba la calle.

Donde todas las familias salían para celebrar el año nuevo.
Todas las familias, sentados en circulo tomando,
con las uvas a un lado,
esperando esa otra oportunidad anhelada
para poder volver a empezar.




IV
La casa, se ve chiquita al lado de sus dos vecinas.
Su fachada es fea, sin color, es de piedra gris opaca.
La puerta es blanca de metal y está un poco dañada,
los vidrios tienen remiendos de historias ya olvidadas.
Es humilde la casa de Honda.
Miramos por la ventana de la izquierda,
esa que siempre está abierta
y gritamos- “Ya llegamos Marucha! Ábranos la puerta!”
y ella sale y nos saluda como a una tía,
y sin falta nos dice- como han crecido niñas!
y le preguntamos ¿Dónde está Lina?
y ella nos responde que está trabajando en la iglesia.

¡Ay Lina, como formas parte de esos recuerdos!
hace años cuando chiquitas pintabas con nosotros
y después te ibas al colegio en la noche,
nosotras nos quedábamos despiertas
para escuchar tus aventuras, que no eran mucha cosa
pero a uno cuando es chiquito, todo le parece mucha cosa.
Fuimos creciendo y ya no queríamos dibujar
y tu ya no ibas al colegio, ahora trabajabas.
Esas historias ya no nos importaban
porque nuestras historias se volvieron más interesantes que las tuyas.

V
En la esquina de la calle,
al lado del río
también se sentía el viento acariciar el cuerpo,
como en el patio de la casa.

VI
Las mañanas en Honda eran repetitivas.
Cuando el aire del ventilador ya no se sentía
Y no cabía más calor en el cuarto,
Se escuchaba la música del abuelo
Lloran, lloran los Guaduales.
Era música escrita por poetas
tristes que cantaban para recordar.
Sus historias inmortalizadas en la música.

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